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Me brillan los iris con una promesa de verdad. Tengo las palmas tatuadas, tatuadas de vida; y ya no duelen; Voy perdiendo versos aún haciéndole trampas a la Poesía y voy ganando días y dinero; perdiendo mi alma en los fuegos puercos de Prometeo. Caliento las palabras hasta doblarlas e impongo mi forma y las doblo y doblo hasta que son una y duelen. Persigo sistemáticamente tu cenit; y nacen mis días en Gaugamela: Empiezo con menos pero sé cómo ganar.
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